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Segundo pilar: Systems Thinking

¿Desde qué principios puede operar una organización para poder ser responsable y más sostenible en el contexto actual? Os descubrimos los 4+2 pilares desde los que construir y hacer operar las empresas que pretendan serlo en el siglo XXI y que pretendan desarrollar sus generadores de valor: Propósito empresarial, social  (y relevante); Systems Thinking (visión global e integral del sistema); Alianzas; Innovación; Consistencia Organizacional (lo que dice, lo que hace, y lo que es nuestra empresa); y la Transformación (medición, comunicación e inspiración).

Segundo pilar, Systems Thinking (o pensamiento global e integral): No estamos solos. Nuestra empresa existe en un ecosistema conformado por diferentes organizaciones y actores que forman nodos distribuidos que se relacionan entre sí. Nuestra actividad tiene impacto sobre otros actores al igual que la actividad de otras entidades o personas nos afecta a nosotros. Y esto incluye a actores más cercanos de la organización, como trabajadores, proveedores o clientes, pero también a otros, a priori más lejanos, como administraciones públicas, comunidades locales, competencia, etc.

El siglo XXI dejó hace mucho tiempo de ser lineal. Para poder ser responsables y contribuir a la sostenibilidad, necesitamos, por tanto, aproximaciones sistémicas en las que tengamos en cuenta las relaciones interdependientes que se dan en (y entre) las 3 esferas (medioambiental, social y actividad económica), y los desfases temporales entre las acciones de los actores y la evolución del sistema.

La visión global y la gestión de los grupos de interés. En los últimos años podemos encontrar ejemplos muy variados de empresas que han priorizado a un grupo de interés por encima del resto. Desde las empresas accionista-céntricas hasta  las cliente-céntricas o usuario-céntricas (como establece la metodología Design Thinking cuando se aplica sin tener en cuenta el contexto). En cualquiera de estos casos, la creación de valor para el grupo de interés prioritario puede suponer el impacto negativo en el resto de grupos. Así por ejemplo, centrarnos en maximizar el beneficio financiero para los accionistas puede suponer un empeoramiento de los niveles de protección medioambientales. O una priorización de lo que quiere el cliente puede suponer una degradación inadmisible de las condiciones laborales de la plantilla. Tener una visión del sistema en su conjunto nos ayuda a generar una propuesta de valor poliédrica en la que considerar a los distintos grupos de interés, y en la que identificar y mitigar los aspectos en los que se destruye valor.

El tener en cuenta el sistema en el que operamos nos facilitará también la identificación de alianzas y la aparición de oportunidades empresariales. Es también una buena forma para contribuir en la generación de un entorno socioeconómico próspero que facilite el desarrollo de nuestra empresa; y de contribuir a la mitigación de riesgos medioambientales que pueden impactar negativamente en nuestras operaciones.

Pero, ¿cómo se traslada esta forma de entender el modelo de negocio, a la generación de oportunidades de negocio? ¿Es realmente cierto que las empresas que se gestionan desde esta óptica pueden tener un desempeño financiero igual o superior a las empresas tradicionales? ¿Cuáles son los generadores de valor de esta forma integral de gestión? ¿Cómo se traslada esta creación de valor a la creación de oportunidades de negocio? En otros post os lo vamos descubriendo.

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