Abrimos una serie de 3 post sobre Economía Circular escritos por Loreto Contreras Romero, experta en ingeniería de procesos y quien está haciendo sus prácticas del Máster en Gestión del Desarrollo Sostenible de la Universidad de Vigo en Cuatrotercios
¿Cuántas veces nos hemos encontrado hablando acerca de lo mucho que duraban las cosas antes y que hoy, frente a cualquier avería, es más fácil acercarse al comercio y comprar algo nuevo que enviar a reparar? Esto que ocurre a diario no es algo al azar, ocurre porque está premeditado que así sea.
El modelo de desarrollo por el cual la humanidad ha evolucionado y que partió con la revolución industrial ha sido tremendamente exitoso en algunos ámbitos: crecimiento económico, avances tecnológicos, aumento demográfico, mejoras de bienestar, entre otros. Sólo en el último siglo el Producto Interior Bruto del mundo se ha multiplicado por 20 y la población se cuadruplicó. Pero, el modelo económico que ha sido muy fructuoso en algunos ámbitos fue cambiando en el tiempo: la necesidad de crecer en forma infinita y de multiplicar beneficios hizo que la industria necesitara mantener una población que consumiera de forma permanente.
Para ello ha recurrido a diferentes estrategias. Por ejemplo, en los aparatos eléctricos y electrónicos se comenzaron a fabricar productos económicos, de mala calidad, que quedaban obsoletos rápidamente o con obsolescencia programada. Otro ejemplo es la industria de la moda y el fast fashion, fenómeno que consiste en introducir colecciones de ropa de nuevas tendencias que han sido diseñadas y fabricadas de forma acelerada y a bajo costo, con el objetivo final de que el consumidor compre más y use menos.
Este comportamiento, del que participamos todos de alguna u otra forma, ha resultado muy perjudicial para el medioambiente en las últimas décadas. Existen pruebas fehacientes de que estamos agotando nuestros recursos, y envenenando los sumideros de reabsorción y regeneración de nuestro ecosistema de manera insostenible. Hay estudios que indican que cada año nuestra economía utiliza un 70% más de recursos de los que la Tierra es capaz de recuperar en ese mismo periodo de tiempo.
La Economía Lineal
Para entender cómo funciona nuestra economía debemos comprender cómo funciona la industria y sus procesos de producción. Los procesos productivos actuales se basan en la extracción de materias primas o recursos naturales, los cuales son procesados en la industria utilizando, agua, energía y químicos, para obtener un producto final que se expone en el mercado para el consumo masivo. Este producto, una vez terminada su vida útil, es eliminado, volviendo al medioambiente (a vertederos regularizados en el mejor de los casos). Este proceso que hemos descrito se denomina Economía Lineal, y puede resumirse en solo cuatro palabras “Extraer, Fabricar, Consumir, y Eliminar”.
De todo lo anterior podemos deducir que los efectos adversos de producir de manera acelerada en una economía lineal son la alta extracción de recursos naturales y la acumulación de basura. Pero hay otros efectos tremendamente importantes y que van de la mano, y es el cambio climático y la escasez de agua.
El cambio climático se origina mayoritariamente por el uso de combustibles fósiles para la generación de energía que se utiliza en estos procesos productivos, mientras que la escasez de agua se produce por la disminución de lluvias y por el aumento de la temperatura de la tierra por efecto del cambio climático y, por el exceso de consumo de agua en los procesos productivos. En resumen, es urgente realizar un cambio en la manera que nos relacionamos con nuestro medioambiente, pero, ¿qué opciones tenemos?
En el post «Economía Circular: Solución a la Economía Lineal» abordamos la alternativa en la cual se está comenzando a trabajar para cambiar nuestro modelo actual de producción.