Artículo escrito por Carla Laurido, estudiante del Máster en Gestión del Desarrollo Sostenible de la Universidade de Vigo, quien está haciendo sus prácticas en Cuatrotercios.
El Desarrollo Sostenible es aquel que nos permite satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.
En Europa es muy evidente la presencia de la concienciación sobre la sostenibilidad, mucha gente procura que los productos que van a consumir sean respetables con el medio ambiente o que sus procesos de producción sigan este lineamiento.
No obstante, la Unión Europea sanciona directivas generales a todos los países miembros con las pautas mínimas de sostenibilidad, para que los países miembros la adopten de la manera más conveniente y ejerciendo sus propios criterios de soberanía. La política medioambiental europea se basa en los principios de prevención, cautela, corrección de la contaminación en su fuente y «quien contamina paga», que se encuentran en los artículos 11 y 191 a 193 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).
De esta manera, Europa se posiciona con un nivel mínimo de buenas prácticas medioambientales, y si nos paramos a ver que la economía es estable, y los consumidores están cada día más informados y más exigentes, las empresas buscan la veta medioambiental para diferenciarse en el mercado.
En América Latina nos encontramos con la situación, de que a pesar de que tengamos entidades que reúnan a los países miembros para establecer medidas políticas y económicas, no hay una ley o normativa general para que cumplan todos los países pertenecientes, por lo que cada uno maneja a su preferencia y consideración, teniendo en cuenta las iniciativas de cooperación internacional en materia de medio ambiente que proponen las entidades que conforman estas uniones supranacionales. Al día de la fecha, sólo se encuentra el «Acuerdo Regional sobre el Acceso a la Información, la Participación Pública y el Acceso a la Justicia en Asuntos Ambientales en América Latina y el Caribe» que fue firmado por 22 países pero solamente lo han ratificado 9 de ellos.
Por otro lado, en América Latina la sociedad muestra interés por el medio ambiente, pero se encuentra con la dicotomía de que ser sostenibles es costoso, y gastar en productos de alta gama o eco friendly, es un lujo para los estándares de latinoamericanos.
Obviamente en ambos continentes hay personas que tratan de tener una postura ecológica lo más activa posible según sus posibilidades, pero es necesario que las empresas y los gobiernos acompañen este movimiento con políticas sostenibles.